jueves, 31 de marzo de 2011

"FREAKY FRIDAY"

Extraña noche de viernes.  Parecen lejanos aquellos tiempos en que uno se preparaba a salir mientras escuchaba en el componente  Lafayette Hi-Fi con Eight Tracks  con sonido cuadrafónico “Friday, Thank God Its….. Fridayy, Fridayy, Friiiiidaayyyyyy………..”

Y es que rara vez estoy solo en casa y menos una noche de viernes. El mayor está en una grabación en la Universidad. Vendrá de regreso con su madre que hoy estará trabajando hasta tarde. La nena de casa … esa salió a la abuela paterna. "Activista sociocultural". No se pierde un bautizo de muñeca y si la dejan, llena la agenda de todo el fin de semana. No niego que se faja estudiando para eso… A ella la acabo de dejar en el Colegio, -que me tiene el bolsillo hecho sangre- en donde esta noche tienen una actividad de Cine Bajo las Estrellas. La cartelera de películas ya la ha visto, pero eso no importa. Qué va a importar, si sólo el iluso Principal cree que van a ver las peliculas.

El del medio de casa tomó otro rumbo: una competencia de talento estudiantil en el Coliseo. Saben que tienen hasta las 11:00 p.m., así que aprovechen la oferta.

Tras dejarlos en sus respectivos "compromisos socio-culturales", por fin llego a casa y me doy cuenta de que estaré solo… Intento evitar los temores. Pero me da cierto cosquilleo frío. No puedo evitarlo. Pienso que hace tan sólo un par de horas  encontraron muerto a un ex compañero de estudios y de profesión. Estaba solo en su casa, como yo ahora. Aparentemente un infarto fulminante lo sorprendió mientras leía un libro en su cama y masticaba un chocolate. Supongo que con el acondicionador de aire prendido… hacía ya cinco días, según estima el fiscal.

Me cocino un hamburger y pienso en esas ironías. “Tranquilo… Tú estás bien", me digo, a pesar de que apenas estoy recuperándome de una bronquitis y que cada ocho horas tengo que repasar la dosis de cuatro  pastillas, un jarabe, dos rociadores nasales y un inhalador bucal recetados.  Y encima de eso, me encontraron la presión por las nubes. Que ya ni siquiera puede darse uno un palo de NyQuil para dormir cuando se está acatarrado porque le sube la presión.

En este silencio, mientras arreglo la mesita frente al televisor y el "hamburger" está a punto del primer mordisco pido a Dios que los míos estén bien, donde quiera que estén. Es inevitable pensar en la fragilidad de la vida…  

Los hijos parecen no entender esto. Cada vez que nos dicen, “mañana hay tal o cual cosa”, se queda uno con un taco en la garganta y es la misma agonía… Las cosas no están para salir, pero es que se las inventan en el aire. Usted me dice que sea realista, pero tampoco uno puede encerrarlos. La mamá me acaba de llamar y me preguntó por ellos, que si cómo estaban, que si se fueron bien, que si les dejé dinero para que coman algo si se antojan. “Si, si… si, tranquila, chica. Están bien”, le contesto con la misma letanía.



Lo que no sabe es que contrario a cuando ella está, -que me hago el desentendido, lo confieso- ahora yo soy el que me pongo histérico con ellos. Los miro  por el retrovisor ya a punto de dejarlos en sus actividades y empiezo la cantaleta.

“Bueno, Dios los bendiga… Se portan bien. Recuerden  dejar el teléfono conectado… Hey, no lo apaguen por si tengo que llamar…  Estén pendientes, que a veces el ruido no deja escuchar si uno los llama….  ¿Oyeron? No tomen Coca Cola de nadie que les ofrezca… ¿Se llevaron el dinero? … ¿Se llevaron el dinero? ¡!!Ustedes no oyen!!!!”

Freno de repente para que reaccionen. “Qué pasa, Pa”

“Caaaarajo, quítense los condena’os audífonos que llevo rato hablándoles y creí que me estaban escuchando”, al darme cuenta que no me decían ni “mmjúúúú”.

Ante de bajarse les repito lo mismo. “Sí, Pa” les escucho turnándose la frase con tono de impaciencia. Tomo aire y les digo lo impensable hasta hace tan solo unos meses. “!Ay Pa, por favor!”, me dijeron mientras se bajaban aprisa huyéndole al embarazoso momento en que sus amigos que se acercaban me pudieran escuchar.

“Si se forma algo, al primer petardo que escuchen, lo que sea, no esperen y péguense a la pared, no sea que los aplaste la estampida. Protéganse. Acuéstense boca abajo y háganse los muertos”, casi les grito mientras se alejan haciéndose los desentendidos. Ellos, porque una doña por poco me mata con la mirada. 

No me mire así, señora, que hay que ser realistas. A eso hemos llegado.